La escasez y altos precios de los suplementos escolares, los cortes eléctricos constantes, la falta de maestros y el deterioro de las infraestructuras educativas, complican el desarrollo del curso escolar en Cuba.
Para los padres, garantizar la educación de sus hijos en medio de la profunda crisis económica que afecta el acceso a uniformes, zapatos y útiles escolares, se trata de una tarea engorrosa que han reconocido las propias autoridades.
Pero para algunos, la tarea se torna imposible de realizar como es el caso de Yordania Pérez Quevedo, una madre soltera de cuatro hijos, dos de los cuales, de 11 y 9 años, no acuden a la escuela porque no tienen calzado.
La falta de acceso a zapatos y otros útiles escolares marca una profunda desigualdad social, especialmente en comunidades marginadas, afectando el derecho a la educación de los niños que perciben las carencias materiales e impacta en su motivación escolar.
“En estos momentos, los niños míos no tienen zapatos de ningún tipo, el uniforme ya se lo dieron porque yo reclamé. Fui al gobierno provincial, al Ministerio de Trabajo, a Educación”, dijo a Martí Noticias, la mujer, residente en San José de las Lajas, la capital de la provincia Mayabeque.
En las oficinas del sector de Educación, un oficial del Ministerio del Interior, MININT, que atiende los casos de menores con problemas de conducta, la conminó a garantizar que sus hijos fueran a la escuela.
“Me dijo que ellos tienen papá, como que el papá tiene que comprar los zapatos. Le digo sí, pero el papá cobra 1.000 pesos y me da 500 que no alcanzan para un par de zapatos”.
El costo de unos zapatos para niños en Cuba varía, pero en las redes sociales se ven precios que oscilan entre los 3,800 y 15,000 CUP en el último trimestre de 2025, según el tipo, marca y si son nuevos o de uso.
Los funcionarios del sector de Educación la han amenazado con procesarla por “atentar contra el normal desarrollo del menor”, un concepto que agrupa leyes que sancionan cualquier acto que perjudique el crecimiento de niños y adolescentes, incluyendo lo que califican como “negligencia parental”.
“A mí me pagan una chequera de 1.500 pesos que no alcanza para nada. Yo me quedé sin ropa, sin nada vendiéndolo todo para poder mantener a mis hijos, pero es que ya no tengo que vender”, lamentó.
Yordania trabajaba para el Estado, pero una histerectomía debido a un cáncer, unida a una hepatitis B crónica, la obligaron a abandonar su vida laboral y a acogerse al programa social que, supuestamente, brinda apoyo a madres con tres o más hijos, incluyendo beneficios de empleo, subsidios y acceso a vivienda con el objetivo de estimular la natalidad.
“Me están pagando 1.500 pesos para cuatro niños, por caso social. Mira a ver que puedo comprar con esa cantidad de dinero. Mis hijos hoy no desayunaron. El papá me mandó unos frijoles y un arroz y ahora estoy cocinándoselos para que coman”.
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